Gárgolas insomnes

Junio 30 de 2009

El texto anterior al paréntesis por la segunda vez que cumplo 22 años fue corregido gracias a una gentil precisión de Vanessa Bauche, tan encantadora ella por escrito como en pantalla y seguramente en persona. Yo señalé algunos errores del documental que produjo, y la productora señaló un error del crítico, además de comentar el asunto brevemente. Coincidimos en que la principal aportación de Bajo Juárez - La ciudad devorando a sus hijas es mostrar el aspecto humano de la tragedia en la capital nacional del feminicidio y que no aporta nada nuevo en términos informativos y más bien complementa el documental Señorita extraviada, de Lourdes Portillo, así como los libros Huesos en el desierto, de Sergio González Rodríguez, y Cosecha de mujeres, de Diana Washington. Sin embargo, me permito hacer entonces una crítica más sin ningún afán de descalificar este trabajo que efectivamente es emotivo, tiene ese efecto en la sensibilidad medianamente informada. El tráiler promocional pregunta en boca de varios actores: "¿Te atreverías a descubrir la verdad?" "¿Te atreverías a saber qué hay detrás de los asesinatos de más de 400 mujeres?" Y dice: "Aunque estés harto de escuchar de Ciudad Juárez, no tengas miedo de saber la verdad". El recurso publicitario despierta curiosidad morbosa y uno se pregunta en cambio: ¿Se atreverán a "descubrir" (poner al descubierto, públicamente) la verdad? ¿Se atreverán a denunciar qué hay detrás de los asesinatos de más de 400 mujeres? Y se dice: Aunque estén hartos de hablar de Ciudad Juárez, no tengan miedo de que se sepa la verdad. ¡Échenle huevos y ovarios! Pero el documental no hace eso. El tráiler no corresponde al trabajo de Alejandra Sánchez y José Antonio Cordero, sus directores, sino al de Lourdes Portillo, Sergio González y Diana Washington, principalmente.

Partamos de la base. Lo que ocurre en Ciudad Juárez, Chihuahua, desde que Francisco Barrio Terrazas asumió la gubernatura del estado a finales de 1992 es un genocidio y los genocidios son crímenes de estado en la medida que se cometen desde las cúpulas del poder político, desde sus más altas esferas, aunque los autores materiales sean asesinos rasos. En casi 17 años esta masacre, fábrica de sufrimiento previo y posterior a la muerte, ha tenido como saldo el secuestro de más de 460 mujeres para hacerlas objetos desechables de violación sexual tumultuaria, torturas y mutilaciones, antes de asesinarlas, así como la desaparición de otras más de 600 que sufrieron o sufren, cabe imaginar, la misma suerte. Son más de mil víctimas directas, a quienes se suman sus familias, que pagan la culpa de los victimarios a veces con la vida, luego de la tortura y la cárcel. El genocidio es un crimen que atenta contra la humanidad, lo mismo que la desaparición forzada, que además es permanente: se comete durante el tiempo que la persona esté desaparecida, o sea, para siempre, en la mayoría de los casos; por eso no prescribe, nunca se olvida ni se perdona jamás (salvo en México, el paraíso de la impunidad). Como las escaleras se barren de arriba abajo, los principales responsables de los crímenes de estado que concurren en esta barbarie son los presidentes de la República, desde el usurpador en 1988 hasta su similar en 2006.

Francisco Barrio fue presidente municipal de Ciudad Juárez, bastión del cártel de Juárez, que financiará años después su campaña para la gubernatura del estado. Junto con el cargo público, Barrio asume en privado el papel de pelele o títere del crimen organizado, con el cual tiene deudas inconfesables, pero inocultables. "Aquí no pasa nada del otro mundo; han matado a unas cuantas putas y eso pasa en todos lados". El poder criminal detrás del poder formal se expande al hemisferio y, además del narcotráfico, incluye el tráfico de armas y órganos humanos, la producción de videos sucios y pornografía infantil, industria a la cual no es ajeno Kamel Nacif Borge, corruptor de menores y mayores, explotador de mujeres maquiladoras, patrón de góberes "preciosos" y patrocinador de Vamos México, la fundación de Marta Sahagún de Fox.

Los funcionarios de Barrio directamente responsables de que el cártel de Juárez haga y deshaga a sus anchas son promovidos por Lozano Gracia, procurador panista incrustado en el gobierno de Ernesto Zedillo, un presidente genocida, primero por la ofensiva militar de 1995 en Chiapas, que traicionó el aparente proceso de paz y militarizó dicho estado o, por lo menos, la "zona de conflicto", que geográficamente coincide con la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, y después por la masacre de Acteal, culminación de otro genocidio sistemático, en este caso perpetrado por bandas paramilitares formadas a su vez por el ejército federal con financiamiento "social", engendro de la militarización y la contrainsurgencia, en cuya gestación cumple una protagónica función Eraclio Zepeda. Esos funcionarios estatales -volviendo a Chihuahua- (mencionados en el texto anterior) forman parte del "equipo de transición" de Vicente Fox y después ocupan puestos clave en el desgobierno federal, que hace simulaciones y farsas en cuanto al horror en Ciudad Juárez, como las fiscalías especiales y demás. ¿Qué hace al respecto el espurio en turno? Militarizar el territorio municipal con 5,500 soldados y otros 1,300 patrullando los alrededores, una vez que llegan a nueve los asesinatos diarios en promedio atribuibles al crimen organizado.

El artífice financiero de Amigos de Fox, estructura paralela al PAN durante la campaña de 2000 para la presidencia de la República y cuyos gastos rebasan los límites legales, por cierto, es Lino Korrodi, padre de Karla Korrodi, a su vez esposa de Valentín Fuentes Téllez, uno de los principales sospechosos de la bestialidad genocida en Juárez y otros lugares, como la capital del estado, según el Buró Federal de Investigaciones (FBI por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, que igual sospecha de Miguel Fernández, principal concesionario desde hace muchos años de The Coca-Cola Company también en Ciudad Juárez, por lo que tampoco en este caso pasa desapercibida la relación con Vicente Fox, quien fuera presidente de la misma empresa embotelladora en toda América Latina. Otros sospechosos para el FBI son Adolfo Cabada y Manuel Sotelo; uno es dueño de la televisora local Canal 44 y otro posee una compañía de transporte privado con numerosas unidades que viajan por el desierto fronterizo. Los cuatro son grandes magnates y tienen gran influencia en el poder formal, que no los ha tocado ni con el pétalo de una averiguación previa. Por el contrario, todo el sistema judicial de la entidad y su aparato de seguridad "pública" están al servicio de la red de secuestradores, violadores, torturadores, asesinos y demás que opera impunemente desde Guatemala hasta Canadá y España. Esta mafia, específicamente la familia de Valentín Fuentes, vende más del 90 por ciento del gas que importa Guatemala, país en donde también tiene lugar el síndrome de Ciudad Juárez. Además exporta gas a España, donde coincidentemente alguien destruye mujeres con el mismo sadismo. Esta familia contó con la protección de Francisco Minjares, jefe del Grupo Antisecuestros de la Procuraduría local, involucrado con el narcotráfico y "uno de los policías más corruptos y asesinos del estado", a decir del FBI. Minjares había concluido su investigación -plagada de irregularidades, como testimonios conseguidos bajo coacción- contra Abdel Latif Sharif Sharif, presunto asesino de mujeres en Juárez, cuando fue acribillado en 2003. Una de sus encomiendas, antes de abandonar la corporación en 2002, era la protección especial a familias poderosas del estado.

Después de su mandato en el estado de Chihuahua, ahora bajo el de Fox y sus "amigos", Barrio Terrazas es secretario de Contraloría y Desarrollo Administrativo (Secodam) hasta 2003 y jefe de la bancada panista en la Cámara de Diputados hasta finales del sexenio, cuando busca infructuosamente ser candidato del PAN a la presidencia de la República. Desde enero de este año dice representar a México en Canadá, como aquí los titulares del Poder Ejecutivo, sus secretarios de "Gobernación" (seguridad nacional) y Seguridad "Pública" (más bien privada) y los procuradores generales de "justicia". A nivel federal, ninguno de ellos ignora quiénes, dónde, cuándo y cómo hacen a cientos de jóvenes, en su mayoría trabajadoras, aunque también estudiantes, objetos de consumo desechable para placer demencial. Ellos son cómplices por omisión o comisión, tanto como los gobernadores del estado, sus secretarios de gobierno y seguridad "pública" y sus procuradores, que procuran tener mucho cuidado con el crimen organizado...

El documental Bajo Juárez, que era el tema, no hace acusaciones ("esa no es labor de los cineastas, sino de periodistas y/o investigadores", me dice la talentosa y carismática Vanessa Bauche, productora de este largometraje basado en una investigación que duró más de seis años), pero aporta algunas pistas y evidencias, algunos indicios y elementos de la connivencia gubernamental en la masacre de mujeres y niñas. Un hecho contundente es la "aparición" del cadáver de Neira en presencia de una fiscal especial que ríe con singular alegría al día siguiente de que el procurador del estado, Chito Solís, bajo el mandato de Patricio Martínez García, espetara a los familiares de la muchacha: "Ya me tienen hasta la madre. ¿Quieren un culpable? Mañana mismo lo consigo". Entonces el funcionario sabía dónde estaba el cuerpo sin vida o quién lo tenía; nomás ordenó que lo sacaran del refrigerador y montaran la farsa del hallazgo ante familiares y medios de comunicación. Nomás les faltaba un chivo expiatorio y escogieron al primo que trabajaba en Chiapas cuando fue cometido el crimen porque era quién más presión ejercía sobre las "autoridades" locales con apoyo de una organización no gubernamental de Los Ángeles, California, defensora de los derechos humanos. Este caso es emblemático porque resume la sucesión de injusticia multiplicada o la multiplicación de injusticia sucesiva, cadena de sufrimiento, así como por el descarado cinismo y cínico descaro en los servidores públicos del crimen organizado, que debieron evitar que ocurriera o, por lo menos, esclarecerlo, hacer justicia, vaya, no más injusticia. El caso es representativo del grado de corrupción y descomposición del poder formal por su colusión con el poder fáctico del crimen organizado o poder criminal, que hace del poder uno solo, sea público o privado, político o económico.

El mérito de Bajo Juárez está en su efecto emotivo, pero su denuncia, ineludible fin siempre que sea tratado el tema, es demasiado pequeña para el tamaño de la tragedia y la ignominia, de tal magnitud a su vez que muy pocos lo ven y además asumen la complicidad del silencio.

Claro que todo lo anterior es pura hipótesis, que podría servir de guión a una película titulada
El silencio de los culpables. Cualquier parecido con la realidad es imaginario.

[] Iván Rincón 11.56 PM

Junio 23 de 2009

Hace 22 años que tengo 22 años, pero ya me siento como de 44. El paso del tiempo a través de mis entrañas ha dejado una sombra como huella, la sombra de mi alma en el espejo de las tinieblas, en mi refugio, mi celda monacal, guarida que no comparto con nadie, salvo mi soledad, y la salvo del naufragio entre los restos de mi cuerpo en ruinas asido a la tabla de la memoria, del pasado que no pasa, del pretérito presente. ¿Qué fue de lo que fui?, me pregunto ahora y me responde el sonido del ventilador y el de los purificadores de aire como noción de silencio con vocación de costumbre. Aquí sigo, escuchando el paso de las horas por las escaleras y los pasillos, el rumor del viento en el vidrio roto de mi ventana picoteada todos los días por una paloma a las diez de la mañana, en mi horario de abstemio todavía de cafeína, y el ruido que, también con vocación de costumbre, hace todo el tiempo el refrigerador y lo confundo con el de la bomba de agua. Aquí sigo, como el refrigerador, haciendo tiempo muerto para perderlo, para dejarlo pasar por no tenerlo, mucho menos detenerlo, soñando con los árboles que pueblan el día, respirando la noche que me habita, en este manicomio de maniquí desnudo, sin máscara ni más cara que su rostro, sin maquillaje. Aquí sigo, en este delirio de cartón piedra, en esta mi emboscada, mi abismo sin caída, mi pérdida sin grito, mi cueva sin eco, mi "laberinto sin luz ni vino tinto", mi renuncia...

Hace 22 años que tengo 22 años y, a pesar del desempleo vitalicio y la crisis perpetua, mi década de insomnio, mi alcoholismo redimido, mi cerebro apolillado, mi colon hecho globo, mis huesos hechos polvo y mi polvo hecho silencio... a pesar del hartazgo de mi cansancio y el cansancio de mi hartazgo, a pesar del verano, el otoño y el invierno sin ti, a pesar de París con aguacero y Venecia sin ti, a pesar de la guerra contigo y la paz sin ti, a pesar del golpe de estado policiaco y el horario de Wall Street, a pesar de la militarización y el secuestro de este país, estoy listo para batirme a muerte una vez más con la miseria y el vacío, la estulticia y el miedo, estoy listo para el cuerpo a cuerpo a ras de suelo, para cumplir mi amenaza y dejar hecho pedazos el muro que nos separa y dejar hecho añicos a quien levante otro y construir una casa con sus escombros, una casa de nadie para que sea de todos, en donde no haya nadie para que, demagogias aparte, quepamos todos, todos menos los que hoy nos excluyen del mundo.

Hace 22 años que tengo 22 años y estoy listo para seguir teniéndolos durante 22 años más, aunque termine sintiéndome como de 66, al fin y al cabo la edad siempre pierde ante los estados de ánimo. Empieza a envejecer quien deja de luchar. La dicha es mucha en la ducha. He dicho.

[] Iván Rincón 6.15 PM

Junio 4 de 2009

La voracidad implacable del olvido (Gabo)

Miércoles 3 de junio, 21.00 horas. En la entrada a las salas 4, 5 y 6 de la Cineteca Nacional hay tres personas más interesadas en unas palomitas de maíz que en la película y el público al que estorban y hacen esperar mientras la mujer que recoge los boletos les dice dónde comprar sus palomitas; el público soy yo, que tengo prisa por pasar al baño antes de ver la película; en el baño resbalo con un charco de agua sucia frente a los lavamanos, y no hay papel para secarse; me pregunto si así es aquí el regreso a la "normalidad", una vez superada la sicosis de la contingencia sanitaria.

La sala 5, donde será exhibido el documental Bajo Juárez, de Alejandra Sánchez y José Antonio Cordero, es una de las más pequeñas y, aun siendo miércoles, día que las entradas son más baratas, está vacía. Ser el único espectador me sorprende y hace sentir bastante raro; luego de unos minutos llega el grupo más interesado en sus palomitas que en la película; inmediatamente, llega también una pareja de jóvenes que se acomoda en la última fila con los pies en los asientos de enfrente, junto a mí, platicando con singular chorcha; comienza la función y el formato es el peor posible, con la calidad de imagen más baja posible (si acaso es posible hablar de calidad en estos casos) y la proyección está descuadrada; la pareja no deja de platicar en voz alta, casi a gritos, y mover los asientos de enfrente. Desde el principio, algo me parece familiar y caigo en la cuenta de que algunos protagonistas del documental son los mismos de un cortometraje que había visto seis años antes (supongo que Ni una más, también de Alejandra Sánchez). A la molestia por ver algo en pésimas condiciones y escuchar voces detrás de mí y sentir golpes y movimientos o vibraciones en los asientos, se agrega y crece la cólera inevitable ante una inmensa tragedia con todas las facilidades posibles, algunas realmente inconcebibles, inimaginables; las dolorosas expresiones de parientes, en su mayoría mujeres, de las víctimas de un sistema genocida, un feminicidio sistemático, las inteligentes exposiciones de tres expertos muy serios y muy bien documentados, así como la hipocresía, la demagogia y la burla de las "autoridades" competentes, cómplices por omisión o comisión de crímenes que atentan contra la humanidad o lo que al mundo le queda de ella, me producen un nudo en la garganta; procuro controlarme y fracaso en el intento; encaro enfurecido a la pareja de atrás y grito: "¡Oigan, cabrones! ¡Cállense ya o lárguense!" Intimidados (no creo que avergonzados), contestan asintiendo con la cabeza y, santo remedio, no vuelven a hablar, pero dejan los pies en los asientos de enfrente...

Si algo hace aparentemente distintos de entrada este documental y Trazando Aleida, de Christiane Burkhard, es su publicidad en pantalla. Los adelantos de Trazando Aleida, quizás editados en la misma cineteca, predisponen al público, al menos a mí, como si se tratara de un drama sensiblero y previsible, noción que afortunadamente cambia al ver el documental y conocer a la familia de la protagonista, así como a la realizadora (conocer también a jóvenes de la organización HIJOS y a la periodista y traductora Tania Molina es ganancia). La publicidad audiovisual de Bajo Juárez, en cambio, no son adelantos, sino brevísimos comentarios de actores y actrices (incluida Vanessa Bauche, productora del documental), la periodista Carmen Aristegui y la cantante Eugenia León (Aristegui dice más que todos los demás juntos). Sin afán de poner mayor énfasis en los errores que en los aciertos, lo primero que llama la atención es un error, pues el nombre completo del documental es Bajo Juárez - La ciudad devorando a sus hijas y, salvo que se refiera a "la ciudad" en sustantivo, lo cual es por demás improbable, no son hijas de Ciudad Juárez las únicas víctimas de tal voracidad; muchas son mujeres que viajan tres días en camión desde lugares como Veracruz para trabajar en las maquiladoras; inclusive la canción final tiene como tema central ese hecho y es el caso de una de las protagonistas.

El estreno comercial de Bajo Juárez ocurrió a principios de octubre pasado, así que su exhibición aquí tiene casi ocho meses de retraso (pues además lo presentan sin un ápice de vergüenza como "estreno", burla que se pone a tono con las fiscalías especiales y demás eslabones oficiales de esta cadena de ignominia), lo cual explica en parte la ausencia de público en cantidad y calidad. A mitad del largometraje que dura 96 minutos hay un salto atribuible a la exhibición, no a la realización (como para confirmar que la tolerancia del público asistente a la cineteca no tiene límite), y entonces todo apunta coincidentemente a la complicidad de Vicente Fox y sus allegados en la continuación de esta espiral de criminalidad impune. A saber cuánto tiempo del documental nos escamotean, quizá con una mutilación que no pasa de ser un fallido intento de censura o quizá con la pérdida accidental de unos cuantos segundos, pero de ningún modo escapa ese círculo de poder en las alturas a los indicios desde abajo, aunque las acusaciones directas, con nombres y apellidos, cuando las hay, no pasan de funcionarios intermedios. Una de las protagonistas de este documental y el cortometraje de hace seis años, Alejandra Andrade, madre de Lilia Alejandra García, una joven asesinada con todos los agravantes que concurren en el síndrome de Ciudad Juárez, menciona los nombres de esos funcionarios en una manifestación pública, pero el documental como tal no hace acusaciones; cuando se trata de Fox y sus amigos, hace más bien insinuaciones tímidas, por no decir cobardes. Sergio González Rodríguez, autor del libro Huesos en el desierto, por ejemplo, dice ante la cámara lo que sabemos desde hace casi una década: que algunos empresarios presumiblemente implicados en esta masacre de mujeres financiaron la campaña de Fox, en consecuencia endeudado a la sazón con poderosos criminales, en consecuencia más poderosos a la sazón del sexenio pasado y de los cuales no es mencionado aquí ni un solo nombre, vaya, ni siquiera el de Lino Korrodi, artífice financiero de Amigos de Fox y suegro de Valentín Fuentes, uno de los principales autores de la barbarie genocida en Ciudad Juárez, como bien lo sabe el FBI gringo y no creo que lo ignore la PGR mexicana. Tampoco se dice que Francisco Barrio, política y personalmente cercano a Fox y Sahagún, fue presidente municipal de Ciudad Juárez, cuya delincuencia organizada financió su campaña para ser electo gobernador del estado de Chihuahua en 1992, cuando sucedieron los primeros casos de mujeres victimadas con patrones similares en el bastión del cártel de Juárez (el documental ubica el inicio de esta pesadilla en 1995, otro error).

No olvidemos que Francisco Barrio culpó de su propia desgracia a las mujeres secuestradas, ultrajadas, torturadas, mutiladas, asesinadas y desaparecidas por ser "provocativas" y consideró "normal" el número de casos; durante su mandato como gobernador, el cártel de Juárez se expandió hasta ser el más grande del continente, con Amado Carrillo a la cabeza, desplazando inclusive a los colombianos. De hecho, Barrio tomó posesión del cargo en octubre de 1992, unos meses antes de que Amado Carrillo asumiera el control del cártel en abril de 1993, luego de la detención del jefe anterior. A pesar de los indicios de negligencia, omisión y encubrimiento en las investigaciones de los feminicidios, indicios ampliamente documentados por periodistas y organizaciones independientes en defensa de los derechos humanos, así como por las madres de las víctimas, algunos funcionarios del equipo de Barrio ocuparon más tarde puestos de alto nivel en el desgobierno de Fox, como el ex procurador general de justicia del estado, Francisco Javier Molina, y el ex primer comandante de la policía judicial, Alejandro Castro... Nada de eso informa el documental.

Entre los familiares de las víctimas nadie quiere nombrar tampoco a los grandes empresarios, porque su poder fáctico o su influencia directa en el poder formal infunde tanto miedo como cualquier otra mafia, llámese cártel de Juárez o amigos de Fox, pero el documental dibuja con claridad gráfica el mapa de las zonas bajo su dominio y la confluencia en el hallazgo de cadáveres femeninos; esa es quizás, en términos panorámicos, su mayor aportación.

Para alguien medianamente informado, Bajo Juárez no aporta nada nuevo en cuanto a documentación, pero en lo personal hay algo que logra calar bastante hondo y no deja de vibrar en mi obsesiva mente, o sea, en mí, obsesivamente: Diana Washington, que ha investigado con valentía y lucidez el escabroso tema como reportera de El Paso Times y autora del libro Cosecha de mujeres, dice que hay policías contratados para llevarse los cadáveres de mujeres asesinadas en fiestas de gente poderosa y dejarlos en otros lados; este hecho, aunque no es sorprendente, desvela una trama criminal con elementos suficientes para una novela policiaca o el guión de una película de ficción inspirada en la realidad, que suele superar a la imaginación cuando se trata de maldad patológica o perversidad, por supuesto, relacionándolo con las sospechas más difundidas, a saber, que hay por lo menos dos asesinos seriales que operan al amparo de una amplia red de complicidades, en la cual están directamente involucradas las autoridades judiciales, cuyo principal papel es la fabricación de culpables...

En fin. Cuando pequeñas frases como "cadena de impunidad" se hacen lugares comunes estamos ante un trágico fenómeno y quizá la mayor de las tragedias sea que nos acostumbremos a ellas.

Aunque nada es nuevo en términos informativos, a pesar de que la investigación abarca de 2001 a 2007, nada es trivial tampoco en el documental, ni siquiera sus omisiones, pero hay algo más allá de los datos que toca fibras sensibles: la dignidad de los familiares de las víctimas, incluidos los chivos expiatorios, algunos de los cuales mueren en la cárcel bajo circunstancias sumamente oscuras; el aspecto humano de la tragedia tiene aquí una expresión más nítida y cálida que la información objetiva y fría.

Carmen Argueta, una señora de condición paupérrima y apariencia muy frágil ("así de flaca y chimuela como me ven"), que lucha de por sí para sobrevivir, tiene que luchar también para encontrar a su sobrina Neira y después para liberar a su hijo David Meza, injustamente detenido por el asesinato de la muchacha y los demás delitos que preceden a la desaparición forzada; es un caso emblemático, pues la señora saca fuerzas de su dignidad; el hijo regresa de Chiapas, donde trabajaba, para presionar a las autoridades locales, hasta que el procurador Chito Solís, bajo el mandato de Patricio Martínez, les dice: "¡Ya me tienen hasta la madre! ¿Quieren un culpable? Mañana mismo lo consigo". Entonces aparece el cadáver de la desaparecida, y la policía detiene a David Meza y al padre de Neira, los tortura física y sicológicamente, sobre todo al primero, y la "justicia" lo condena con puras pruebas falsas pero "suficientes y bastantes". En la pantalla vemos a un hombre moralmente derrotado, pero sabemos que si no fuera por doña "flaca y chimuela como me ven" ya lo habrían matado en la cárcel, como a otros chivos expiatorios, y punto, caso cerrado. "No me puedo dar el lujo de enfermarme", dice la señora; "no me puedo dar el lujo de morirme, porque para mí sería un lujo", y al decir "para mí" libera un llanto contenido quizá durante días o semanas; sus palabras y actitudes coinciden con las de otras mujeres cuyas luchas tengo presentes ahora y que ya comentaré; más adelante, vemos cómo le impiden pasar a Los Pinos, en donde tiene concertada una audiencia con Fox; no es la primera vez que tiene audiencia, pero en esta ocasión intenta pasar con su familia y no la reciben, por lo que dice a la cámara: "Ya no me dejan pasar a mí tampoco y eso es lo que más me descorazona". Rompe otra vez en llanto y continúa: "De por sí somos pobres y ahora con esto no podemos trabajar, no tenemos dinero. ¿Sabe usted cuánto nos cuesta venir hasta acá para nada? ¿Qué vamos a hacer ahora con esta miseria?". El episodio es especialmente dramático, pues la mujer habla con el rostro empapado por las lágrimas y una elocuencia desgarradora que termina diciendo: "Imagínese lo que sentí cuando vi a la fiscal especial riéndose mientras metían a nuestra niña en una bolsa", y las imágenes muestran a la fiscal especial riéndose con singular alegría mientras cierran la bolsa de plástico en donde yace la muchacha asesinada luego de vejarla con un sadismo que avergonzaría inclusive al marqués de Sade.

No menos estrujante y lacerante es el testimonio de una menor de edad, secuestrada por un grupo de policías que la penetran por la vagina y el ano con el cañón de una pistola como castigo por haber denunciado a sus secuestradores y violadores (leíste bien, no es necesario repetirlo). Carajo, piensa uno. ¡En qué pinche mundo vivimos!

Alejandra Andrade, madre de Lilia Alejandra García, es una mujer físicamente más grande que termina ocupando el lugar de su hija asesinada; ahora es la mamá de sus dos nietos, que se convierten en la principal razón de su existencia y su lucha; la fortaleza y la dignidad que crecen en ella y la transforman son algo digno de encomio y solidaridad, así como un ejemplo a seguir, que despierta simpatía y contagia coraje y energía; su esposo murió de cáncer por no tener con qué pagar los medicamentos y ahora ella sabe hasta de medicina forense por el seguimiento puntual al caso de su hija. Vaya paradoja: la gente más pobre, además despojada de algo tan valioso como una hija, se crece en el castigo, como dice Miguel Hernández, comparándose con un toro desangrado, cuanto más herido, más bravo.

Indignación y coraje provoca este documental, aunque refritea, como ya dije, episodios que hemos visto desde hace años, uno de los cuales es la famosa conferencia de prensa en donde Jane Fonda, entre otras celebridades, primero llora mientras las demás hablan y, en su turno, se descarga contra los secuestradores, violadores, torturadores y asesinos de mujeres, y contra las "autoridades" que terminan de arruinar a los familiares de las víctimas, como si no fuera suficiente su desgracia, y los hacen pagar la culpa de otros a quienes tienen perfectamente identificados... Confieso que al principio me resultó más bien molesto el llanto de Jane Fonda mientras las demás hablan; me pareció un llanto protagónico el suyo, quizá predispuesto yo por las ocasiones que aprovecha Ofelia Medina para llorar sin consuelo ni consideración alguna; pero al traducir su duelo en indignación y cólera con un discurso inteligentemente articulado y demoledor que no deja piedra sobre piedra, Jane Fonda se confirma como la mujer admirable que en su juventud llamó a desertar del ejército gringo para acabar con la ignominiosa y criminal intervención de Estados Unidos en Vietnam, a riesgo de ser acusada de "alta traición" y condenada a muerte. Aunque Jane Fonda es la mejor actriz del siglo XX, por lo menos en Hollywood, no parece actuar al tomar la palabra esta vez y, después de aludir a la corrupción y al racismo de las "autoridades" mexicanas, terminar arremetiendo incluso contra los periodistas presentes: "¿Por qué tienen que venir figuras y estrellas internacionales para que haya tantos reporteros en una conferencia de prensa y la muerte de tantas mujeres vuelva a ser noticia?" En otras palabras: ¿En qué parte del camino perdimos la sensibilidad y la capacidad de asombro? ¿En qué momento dejamos de ser humanos?

Quizá gente como la que asiste a la Cineteca Nacional para platicar a gritos con los pies en las butacas delanteras mientras alguien documenta que cientos de mujeres, en su mayoría jóvenes proletarias, son sistemáticamente convertidas en objetos desechables, y sus familiares, si acaso encuentran algo, es más injusticia... Quizá gente como la que pide su boleto en la taquilla "para las muertas de Juárez" y le interesan más unas palomitas de maíz... Quizá los que sabotean estos documentales y todo cuanto pueden sabotear, no solo porque son miserables de mente y alma, sino porque además es la encomienda del fascismo usurpador y su enanismo magno... Quizás esta gente, sin saberlo, haga suyo el cinismo de Stalin: la muerte de una persona es una tragedia; la de cientos o miles de personas, así esté precedida por una saña inhumana de rabiosa crueldad, es un dato estadístico.

22.50 horas. En la sala 5 no queda nadie más que yo, leyendo los "agradecimientos finales", cuando se oscurece la pantalla y se apaga el sonido; el ácaro ha decidido que la película ya terminó; volteo a verlo para que se lleve al menos una mirada de reclamo, pero el cuarto de proyección está oscuro. Antes de irme, paso de nuevo al baño y allí sigue el charco de agua sucia y todavía no hay papel para secarse las manos. Qué bonito lugar, pienso. Qué bonita ciudad. Qué bonito país. Que bonito mundo.

[] Iván Rincón 4.04 AM

Foto: Alfredo Estrella (AFP)

Mayo 31 de 2009

Para terminar este mes, corregiré algunas omisiones cometidas en los textos que permanecerán aquí, en el portal o la página principal del blog, durante unos días, al menos mientras escribo y publico el primer texto de junio. Se trata inevitablemente de una miscelánea que ustedes, sabios y doctos lectores selectos, sabrán disculpar. Empecemos con Mario Benedetti por estar entre lo más reciente, una vez que su muerte le dio mayor vigencia, como suele ocurrir... Coincidentemente, yo había citado unos días antes aquello de que "el pesimista es un optimista bien informado". Aunque no lo crean, esa frase pretende ser un haikú, porque Benedetti no era precisamente un gran escritor; era un gran hombre, por muchas razones, pero no un gran escritor. Nueve años después de su trabajo en equipo con Joan Manuel Serrat, que dio como resultado
El sur también existe (1985), hubo otra obra conjunta: Historia de vampiros, canción contenida en el disco Nadie es perfecto (1994), cuyo tema principal es Niño silvestre. La idea de Historia de vampiros es por lo menos bastante original, pero su conversión en letra de canción deja mucho qué desear, por la manía de recurrir a palabras de más en aras de la métrica y, en segundo lugar, la rima. Eso, por lo visto, era un sello que marcaba el estilo de Benedetti. Por lo demás, no es exagerado afirmar que Historia de vampiros está entre el ingenio y la genialidad. En resumidas cuentas, es la historia de un vampiro "abstemio de sangre" que hacía proselitismo a favor de beber agua, hasta que otros de su especie lo sacrificaron y entonces descubrieron que tenía razón, por lo que su víctima es ahora "venerado como un mártir" y los vampiros beben agua en vez de chupar sangre. ¡Vaya ocurrencia! Supongo que nueve de las diez personas que leen este blog ya conocen la canción, así que mi resumen es para la décima musa. La música es fantástica...

Esta es la tercera vez que cito el pretendido haikú; la primera vez dije además que el título de la principal biografía de Benedetti es El aguafiestas (su autor, Mario Paoletti). El contexto de este par de referencias era el intolerable optimismo de cierta locutora de Radio Educación en un momento que el mundo se caía en pedazos y la humanidad sufría una de sus más grandes tragedias, una que ponía en peligro inclusive su existencia. Afortunadamente, por salud mental, ya no escucho Radio Educación. Yo también soy abstemio: no bebo, no voto, no escucho radio ni veo televisión, vivo en un ostracismo que me pone a salvo de los políticos que Hermann Bellinghausen se lleva a la cama, duerme con ellos, sueña con ellos y, al despertar, los desayuna para seguir padeciéndolos el resto del día y terminar vomitándolos. En su momento hice mías las palabras de Bellinghausen, pero ahora rectifico, porque no hay actitud más reaccionaria que el repudio a la política. Habría que declarar, en todo caso, el fin de la era de los partidos políticos por una sociedad civil crítica y actuante, no apolítica ni agazapada por epidemias de miedo inducido.

Al rememorar en otro texto a quienes murieron porque eran demasiado buenos para un mundo tan malo como el que tenemos porque así lo hemos hecho, cometí una omisión imperdonable: Amado Avendaño hacía honor a su nombre; mientras la miseria, la podredumbre y la mierda, que arrastran como cauda ominosa el apellido "humanas", concurren en San Cristóbal de Las Casas, la capital internacional del miedo (que si acaso es una enfermedad, allí hay pandemia) y otras debilidades mentales y de carácter, patológico ambiente que sigue siendo caldo de cultivo idóneo y propicio para la histeria colectiva, los linchamientos morales y la propagación de chismes y rumores, difamaciones y calumnias, desconfianzas paranoicas y hermetismos inútiles, como pestes infrahumanas que ofenden a los cochinos, los marranos, los puercos, animales incapaces de cochinadas, marranadas y porquerías semejantes a las de un amplio tipo de gente que no es más que basura de la peor o más bien peor que la basura... rodeado él mismo de un hediondo séquito de culeros, don Amado era una persona buena, en el buen sentido de la palabra, noble, de auténtica generosidad, a diferencia de quienes se quedaron sin máscara con el levantamiento zapatista y se descararon como lo que siempre fueron en el fondo: mercenarios, "generosos" por fuera y mezquinos por dentro. Aunque sea demasiado tarde, muchas gracias por todo, "compañero de sector y de partido", que es mucho lo que debo agradecer personalmente, lo que todavía te debo, querido colega, Amado Avendaño. Seguiremos adelante. Hasta siempre.

[] Iván Rincón 6.04 PM

Mayo 24 de 2009

Purgatorio (2008), de Roberto Rochín Naya, es una película que amerita ser vista más de una vez; inclusive es necesario para entenderla a cabalidad, para captarlo todo. Se trata de tres relatos independientes, cuya única relación es la autoría original de Juan Rulfo con un guión del propio Roberto Rochín en colaboración con Elías Nahmías y Tomás Pérez Turrent. Los dos primeros capítulos están filmados en blanco y negro y parcialmente coloreados en escenas esporádicas donde el color nunca llena la pantalla; el estilo de la imagen puede considerarse como experimental aquí. El tercer episodio, en cambio, está filmado a colores y es un poema visual tradicionalista y preciosista, entre macabro, melancólico y erótico, de belleza espectral (con efecto mate y tonos sepia). El sonido en los dos primeros casos -pretendidamente experimental también- resulta de calidad muy desigual y es lo primero que da al traste con esta obra de arte; en segundo lugar las debilidades actorales y en tercero el micrófono invade el cuadro y sabotea definitivamente una sutil aproximación a la perfección estética, técnicamente audaz, pero fallida (la Cineteca Nacional, por su parte, se encarga de llevar hasta sus últimas consecuencias este autosabotaje). El micrófono que se asoma, por cierto, es más bien pequeño y eso explica el nivel o desnivel del audio y la necesidad de recurrir al doblaje, sobre todo en los diálogos del segundo capítulo. Antonio Diego Fernández, que es el sonidista más chingón de la pradera, usa micrófonos grandes, los más grandes que existen, no se anda con pichicaterías.

"Eso que para los humanos es el purgatorio es sólo la prisión del alma por el cuerpo". Con estas palabras, leyenda del cartel publicitario, comienza la película. El primer relato es Paso del Norte, que forma parte de El Llano en llamas (1953). Los dos siguientes son Un pedazo de noche y Cleotilde, tomados de El gallo de oro y otros textos para cine (1980). El primero en ser filmado fue Un pedazo de noche (1995), el segundo fue Paso del Norte (2001) y el tercero Cleotilde (2007), por lo que hay doce años sumados entre el principio y el final de la realización que une los tres relatos en la misma película, aunque no es unidad propiamente, sino conjunto o conjunción.

Comparada con la marihuanada infumable que escribió Carlos Fuentes y dirigió Carlos Velo en los años sesenta, que supone la primera adaptación de Pedro Páramo (1955) al cine, Purgatorio "es una cinta fielmente rulfiana", como dice Jaime Avilés, pero cualquiera que haya leído El Llano en llamas notará que Roberto Rochín y colaboradores aumentaron ligeramente Paso del Norte, hicieron más complejo o menos sencillo el relato. Según la película, Bonfilio (Fidel Cerda) es embestido por un coche en la Ciudad de México, a donde llega en busca de su esposa, que huyó con un vendedor. Toda la historia parece una sucesión de recuerdos en su último instante de vida y termina cuando es enterrado el ataúd, lo que sirve para ligar el siguiente capítulo, cuyo protagonista es un sepulturero. Nada de eso ocurre en el relato de Rulfo. Todos los hechos están contenidos en el diálogo del protagonista sin nombre con su padre (Justo Martínez); su esposa huye con un arriero y el padre le dice que se fueron "por ahí", así que él se va a buscarla "por ahí"; así de simple.

El segundo capítulo, Un pedazo de noche, es calificado por Jaime Avilés como "una auténtica joya", pero personalmente hay algo que me pone de mal humor y no logro detectarlo con precisión; quizá sea el doblaje de los diálogos y el hecho de que Miguel Rodarte en el papel de Isidro, el sepulturero, más que actor, parece un imitador de Pedro Armendáriz. El personaje además es encimoso, lapiento, arrastrado, punto menos que insoportable. Para peguntarle a una prostituta cuánto cobra, hace un ademán de limosnero. Dolores Heredia, en cambio (salvo cuando fuma o profiere: "Paso a creer"), hace bien el papel de Lucía, la puta callejera que será su cónyuge. Una escena del reflejo en un charco de agua que se agita y desaparece al paso de una bicicleta es lo más rescatable de este segundo episodio.

En seguida, vemos al demacrado Pedro Armandáriz hijo, encarnando a don Julio, que no ha dormido en ocho días con sus respectivas noches, atormentado por la culpa y el remordimiento, así como por los fantasmas que invaden su mente deteriorada en la senilidad insomne. Ana Claudia Talancón personifica a Cleotilde, su joven esposa, a quien el viejo hacendado confunde por momentos con su tía Cecilia, cuyo recuerdo guarda en la memoria desde niño por un marcado complejo de Edipo. Cleotilde exclama: "¡Ponte en juicio, por favor! ¡Ya me tienes hasta aquí!", y entonces uno confirma que Ana Claudia Talancón, con todo lo guapa que es, ni por asomo es una gran actriz. Como el anterior, este capítulo empieza en un cementerio y, como el primero, termina dentro de un ataúd, lo que imprime a la película un sello profundamente necrófilo.

El resto de los actores hacen muy bien su trabajo. La fotografía de Arturo de la Rosa y Alfonso Aguilar es espléndida (quizá demasiado contrastada a ratos). Acorde con la trama, la música de Gerardo Tamez y Dmitri Dudin contribuye con diversidad y uno que otro sobresalto a las atmósferas rulfianas. La ambientación de México en los años cincuenta, época del fracaso de la revolución y nuestra caída en la modernidad, es cuidadosamente recreada hasta el más mínimo detalle y perfecta.

"Yo no me preguntaría por qué nacemos, pongamos por caso, pero sí quisiera saber qué es lo que hace tan miserable la vida. ¿En dónde radica la fuerza de nuestra miseria?" Con estas palabras termina la película... y la reseña.

[] Iván Rincón 2.35 PM

Mayo 21 de 2009

Trazos de la sonrisa y el llanto de Aleida

He visto por segunda vez el documental Trazando Aleida, de Christiane Burkhard, que invita a la reflexión; es evidente ese propósito y lo consigue. Personalmente, me invaden muchas preguntas y me obsesionan. Para empezar: ¿Qué fue de los padres biológicos de Aleida Gallangos? ¿Seguirá buscándolos ella después de haber encontrado a su hermano? ¿Qué piezas deben moverse ahora? Hasta donde entiendo, su abuela, quien empezó esta búsqueda, tiene la esperanza de encontrarlos con vida y, así como acusa al "gobierno" mexicano de su desaparición, le exige su presentación con vida. "Vivos los llevaron, vivos los queremos", es la consigna popular en todos los países con desaparecidos políticos. "Ni olvido ni perdón, cien años de prisión", es otra consigna. Pero México parece estar enfermo de amnesia o algún otro tipo de debilidad mental. Mientras en Argentina, el ex dictador Jorge Rafael Videla fue juzgado, condenado y encarcelado a perpetuidad, junto con presos comunes, en esta ilusión que llamamos República no ha sido juzgado nadie por desaparición forzada, un delito que no prescribe porque atenta contra la humanidad, como el genocidio, ni por tráfico de niños recién nacidos, ni por detención ilegal o secuestro, ni por tortura, ni por nada, aun cuando existe información suficiente, desde las órdenes de los presidentes genocidas hasta los nombres de quienes participaron, por ejemplo, en el asalto a la "casa de seguridad" donde fueron detenidos los padres de Aleida. ¿Qué hace falta para que los peores criminales de la dictadura del dinero reciban el castigo que merecen, además del repudio popular, en México, el país de las elecciones más caras del mundo y donde los presidentes se imponen paradójicamente con golpes de estado apoyados en las fuerzas armadas? Algo anda mal aquí. ¿Por qué la familia de Aleida ha hablado tres veces con Rosario Ibarra y ella no muestra interés en este caso? ¿Por qué los padres adoptivos del hermano de Aleida se esconden? ¿Por qué Enlace México no publica lo que envío sobre la búsqueda infatigable de Clara Anahí Mariani y el proceso a Videla? ¿Por qué Daniel Iván, director de La Voladora Radio y representante de AMARC en México, ni siquiera me contesta? Por lo visto, aunque los desaparecidos políticos nos faltan a todos, falta mucho para lograr la sensibilidad que reclama este asunto? Los ratones y las ratas de archivo hemerográfico, dedicados por entero a leer chismes policíacos, se involucran en la búsqueda exhaustiva... de su propio beneficio, de lucro y reconocimiento personal? El documental de Christiane Burkhard hace un aporte invaluable a la sensibilización política, pero la Cineteca Nacional lo sabotea, exhibiéndolo en un formato que demerita sustancialmente... a saber si es DVD o "video digital"; lo cierto es que ve del carajo. Y ni siquiera nos dicen de antemano que no es una película de carrete lo que veremos, sino un formato basura, como si el público ya estuviera acostumbrado a que así es la onda allí. La Jornada, en honor a la costumbre, cambió el título por el de Tranzando Aleida (sic). En fin. Habrá que hacer lo propio, poner cuanto haya de nuestra parte, aportar lo que esté en nuestras manos, para que el mundo cambie, para que ocurra un milagro, aunque Dios no exista, aunque a veces pienso que, si Dios existiera, sería un pobre diablo o un hijo de la chingada.

En cambio, Christiane Burkhard tiene la fortuna de haber conocido a Aleida Gallangos y haber seguido sus pasos hasta el encuentro con el hermano. Por su parte, Aleida es una mujer muy noble, muy auténtica, de entrañable sonrisa y mirada triste. Los trazos de su identidad dibujan también el mapa de un oscuro capítulo en la historia de México, el de la "guerra sucia", que de tan sucia oscurece la conciencia pública, opaca la memoria colectiva, empaña la mirada popular a nuestro pasado y lo impregna de oprobio, de injusticia, de opresión, de miseria, de podredumbre humana, de mierda. Por algo nace la rebeldía; por algo la dignidad se levanta y las mujeres y los hombres que la enarbolan, como los árboles, viven y mueren de pie, son su propia estatua, nuestro estandarte.

Por último, no solo son desaparecidos políticos los que nos faltan a todos; también faltan las mujeres desaparecidas en Ciudad Juárez y otros lugares... Detrás de la barbarie genocida está el poder político siempre y detrás el poder fáctico del crimen organizado que sirve de pretexto al ejercicio del poder formal por la fuerza pública al servicio de intereses privados. Desde el poder se habla de narcoguerrillas; desde la lucha armada se habla de narcogobierno. La espiral de la violencia y la serpiente que se muerde la cola circundan a la gente que lucha por vivir y vive por luchar, para ponerle fin a la ignominia, un hasta aquí a la impunidad, para romper el círculo de complicidad, para que no haya presos políticos, sino políticos presos y policías presos y militares presos. Alguien ha tenido siempre que decir ya basta, se acabó; alguien tiene que decirlo de nuevo, una vez más, mil veces más, pero algo falta, algo aparte de los desaparecidos, "falta lo que falta"... espero que no sean cojones y agallas.

[] Iván Rincón 7.07 PM

Mayo 18 de 2009

Mario Benedetti envió una carta al EZLN disculpándose por su ausencia en el Encuentro Intercontinental contra el Neoliberalismo y por la Humanidad. Esa carta fue un acto de presencia lejana. Otras personalidades públicas enviaron misivas similares o con el mismo fin, pero solo recuerdo la de Benedetti porque hablaba de sus alergias como excusa, y el maestro de ceremonias durante la inauguración en Oventic, un personaje de pasamontañas con labia de comediante, acaso conductor de un programa cómico de televisión, cambió la palabra alergias por alegrías, y el mensaje de Benedetti resultó involuntariamente humorístico también. El animador corrigió su lectura después con un sentido del humor que aumentaba el buen ánimo de todos allí. No hay calificativo más acertado en este caso que animador. "Miren cómo quedó la carta", dijo con voz de guajolote, y mostró un papel arrugado a más no poder. "Es que se enojó conmigo por leerla mal. ¡No es cierto! Se enojó porque se sentaron encima de ella. ¡Miren cómo la dejaron! Parece oreja de elefante". Obviamente, quiso decir ojera.

Benedetti era un personaje igualmente divertido. Una ocasión que lo entrevistaron en televisión, el entrevistador agradeció sus palabras como si hubieran sido las más importantes en su vida (la del entrevistador, que también es escritor, por cierto), y don Mario le contestó: "Bueno, bueno, bueno", con una palmada en el hombro.

Nunca me pareció un gran escritor, pero estoy entre quienes lo quisimos, quizá por cuanto dijo, más que por la forma en que lo hizo (con palabras sobrantes); quizá por su congruencia o coherencia ideológica, esa que hace de los dichos y los hechos una misma persona, de una sola pieza. Octavio Paz, en cambio, era un buen escritor, pero como persona era detestable por su ideología cambiante, acomodaticia y francamente reaccionaria y retrógrada en sus últimos años. Si alguien lamentó la muerte de Paz ha de ser uno que otro pendejo, algún hipócrita o alguien de su calaña (léase los Krauze, apellido del "historiador" que recomienda olvidar los crímenes del pasado en México para empezar desde cero, sin rencores, borrón y cuenta nueva). Julio Cortázar tampoco era un buen escritor, mucho menos un buen traductor y muchísimo menos de Edgar Allan Peo. Jorge Luis Borges, en cambio, tenía una prosa y una poesía envidiables (salvo por su falsa erudición, que personalmente me resulta casi insoportable), pero era un ser ambiguo y, algo muy curioso y significativo, es gente ambigua la que más admiración profesa por Borges, así sea estrictamente por su obra, gente política y sexualmente ambigua (me consta).

Quizá Benedetti era querible también por la expresividad de su rostro, más que la de sus palabras, especialmente por su bondadosa mirada y su bigotona sonrisa... El caso es que murió, como suele ocurrir. Después de su trabajo con Alberto Favero y Nacha Guevara, vino Joan Manuel Serrat y el resultado fue más bien decepcionante, como el de Serrat y Eduardo Galeano; algo ha fallado en esos casos inexplicables; pero en su momento, El sur también existe (1985) fue muy importante para mí porque en aquella época yo escribía poesía y creía ingenuamente que viviría de eso, aunque trabajaba como dibujante en una fundidora, y tenía la idea de escribir sobre los dos Méxicos, el geográficamente norteamericano y el culturalmente latinoamericano. El sur también existe se refiere al continente y dice con otras palabras lo que yo quería decir sobre México. Desde entonces escucho con simpatía ese disco, pero también con la sensación de que tiene un "bajo perfil".

A un periodista / editor, entre la gente más mediocre que he tratado en la vida, le causa mucha risa que yo haya sido dibujante en una fundidora. Más risa ha de causarle que Héctor Ramos Aguilar, después de ser reportero de Imevisión y luego radioreportero, fue director general de Comunicación Social en la PGJDF, pero antes fue vendedor en El Palacio de Hierro. Alguna vez escribí cómo nos conocimos Hermann Bellinghausen y yo, y la sucesión anecdótica terminaba con un pleito en un tugurio de putas donde Héctor Ramos, después de una correría que duró toda la noche, me dejó morir solo. Habíamos sido amigos desde la adolescencia y dejamos de serlo ese día. Si acaso publiqué aquí la historia, la despubliqué inmediatamente, pero ya reconstruiré de nuevo los hechos en un ejercicio de memoria y finalizaré como lo hacía, diciendo que Bellinghausen nunca me pagó por el reportaje sobre el pueblo tenek de San Luis Potosí que, firmado por mí, publicó su revista México indígena, que después cambió de nombre a Ojarasca y ahora es un suplemento de La Jornada. Por ahora diré nada más que el mediocre periodista / editor que se burla de que yo haya sido dibujante en una fundidora es el que "chivateó" las triquiñuelas de Jesús Ramírez Cuevas, de esconder un texto mío para que no se publicara. El mediocre periodista / editor -que no menciono por su nombre porque le haría un gran favor- dijo también que la idea de hacer carrera pasando por encima de otros, como hace Jesús Ramírez, es la escuela de Carlos Monsiváis, uno de los padrinos del aburridamente aludido Ramírez Cuevas. Otro de sus padrinos es el mismísimo Hermann Bellinghausen. Vayan ustedes a saber si esa es o no la escuela de Monsiváis. Lo seguro es que, unos años después, don mediocre hizo exactamente lo mismo que su "chivateado" colega, filtrando una entrevista que hice a la brillantísima y carismática Ángeles Maestro, entonces diputada de Izquierda Unida, y que transcribí para la revista Viento Sur, entonces dirigida por Adolfo Gilly. El mediocre confesó en una borrachera, cínica y descaradamente, que había bloqueado mi entrega por simple y llana envidia, porque él no tenía ni la más mínima posibilidad de escribir un ensayo teórico, hecho que amerita por lo menos una golpiza y, en el caso de alguien tan rencoroso como yo, no prescribe. Adolfo Gilly es una de las personas más brillantes que he conocido, pero ha cometido muchos y muy grandes errores en la elección de sus pupilos y colaboradores. Monsiváis y Bellinghausen también son indudablemente brillantes, pero...

¿Tiene algo de risible haber trabajado como dibujante en una fundidora, digo, además de lo que me pagaban? ¿Tú qué opinas, querido Mario Benedetti? No te digo adiós, porque tampoco te vas ni te llevan; te quedas en un lugar de honor que guarda la memoria colectiva o, por lo menos, la mía. ¡Salve, compañero! ¡Salute y hasta siempre!

El sur también existe, del sur llegan a México vientos de rebeldía y dignidad, vientos del sur traen a mi celda en esta ciudad el rumor de la selva, un grito hecho pueblo, un canto de amor y libertad...

[] Iván Rincón 10.43 PM

Posdata rencorosa. Hablando de "historiadores" que recomiendan la amnesia, como Enrique Krauze, que además propuso la participación de México en la destrucción de Irak y Afganistán a cambio de un acuerdo migratorio con Estados Unidos, y su clan es el más entusiasta y activo promotor en México y otros países a favor del terrorismo de Israel contra Palestina... hablando de gente nefasta, en el texto anterior aludo a una persona amnésica y mitómana que se dice historiadora y me escribió, entre otras cosas, que había encontrado a su padre y no es ningún asesino-traficante de niños recién nacidos. ¡Felicidades! (en caso de ser verdad), pero tampoco era un desaparecido político, ¿o sí? ¡Caray! ¡Qué feliz coincidencia! Además de reclamarme por decir que es amnésica y mitómana, confirma que es amnésica y mitómana, que tiene algo de oligofrénica y esquizofrénica y que ninguna de sus enfermedades sicológicas le quita lo deshonesta, estúpida y cobarde; por el contrario, ampararse en la demencia para difamar a alguien desde un falso papel de víctima es doblemente deshonesto y doblemente cobarde. Este personaje, por cierto, es de los que dicen "las muertas de Juárez" y dicen mucho con esa frase. Aleida Gallangos no encontró a su hermano gracias a la ayuda del personaje, sino a pesar de su ayuda. El documental Trazando Aleida, de Christiane Burkhard, no tiene mérito por la colaboración del personaje, sino a pesar de su colaboración. Gilly, Monsiváis y Bellinghausen se equivocan en la elección de cierta gente porque son humanos; nadie es infalible, y yo he cometido muchos errores en el mismo sentido, pero puedo afirmar públicamente que siempre ha sido al creer que determinada persona es buena, valiosa, honesta... Nunca he detestado a nadie en vano; jamás he tenido tirrias gratuitas; en eso mi instinto ha sido excepcionalmente infalible, infaliblemente certero, desafortunadamente acertado, y me importa un carajo si esta presunción resulta odiosa. Si de odio se trata, nunca fallo y jamás ofreceré disculpas ni pediré perdón por creer que alguien es una cucaracha. Al reportero precioso, por ejemplo -que también es innombrable-, lo detesto desde que nos conocimos en San Cristóbal de Las Casas durante los días del levantamiento zapatista; llegó a ser el héroe de todos los "jornaleros" (corresponsales y enviados, incluido Bellinghausen, el "enviado permanente") y tuvieron que pasar muchos años para que un buen día lo escucháramos dándole consejos por teléfono a Kamel Nacif contra Blanche Petrich. Lo más aberrante es que La Jornada sigue solapando a ese hijo de la chingada. Algún día, antes de que este blog pase a mejor vida, haré pública mi discusión con Humberto Musacchio, por la que he dicho más de una vez que es un cobarde... otro personaje deshonesto, estúpido y cobarde. Algún día destaparé la cloaca sin tapabocas. Si la impartición de justicia en este país fuera justa, en vez de presos políticos, habría políticos presos, junto con todas las cucarachas que se atraviesan en nuestro camino porque abundan, pero después resulta que son las mismas de siempre. Afortunadamente, existe la justicia por propia mano y la violencia como recurso válido, legítimo, que a veces no es el último, sino el único.

[] Iván Rincón 10.43 PM

Mayo 15 de 2009

Cuando supe que Juan Gelman había encontrado a su nieta, esa noticia me pareció un auténtico milagro y tocó fibras muy sensibles y profundas en mi alma, pero yo estaba solo y no tenía con quién compartir lo que sentía; la gente a mi alrededor, empezando por mi familia cercana, ignoraba inclusive quién es Juan Gelman, hecho que yo no podía disculpar. Mejor solo que hablar con gente que no aporta nada y, por el contrario, lo empobrece a uno, se decía entonces mi otro yo y se lo dice aún. Yo sabía de la búsqueda que Gelman hacía con una dignidad que me inspiraba respeto y admiración, así como desprecio a los ignorantes del caso. Los hijos del poeta y periodista argentino, junto con su nuera embarazada, habían sido víctimas del Plan Cóndor, con el que la CIA coordinaba la cacería inhumana perpetrada por las dictaduras militares en América Latina desde mediados de los años setenta hasta principios de los ochenta, particularmente en Chile, Argentina y Uruguay. Juan Gelman encontró los restos de su hijo en 1995 y después a su nieta viva en 2000; los restos de su hija y su nuera siguen desaparecidos, como los de miles de personas que torturó y asesinó el terrorismo de estado auspiciado por el imperialismo gringo...

El hallazgo de la nieta coincidió con una ocasión que Patricia Vega dedicó la columna que escribía en La Jornada a la organización HIJOS de México y su Escrache a los genocidas. Yo había conocido a representantes de la organización HIJOS de Argentina y de las Madres de la Plaza de Mayo en 1996, durante el Encuentro Intercontinental contra el Neoliberalismo y por la Humanidad. En una emotiva plática ofrecida entonces por las Madres, los asistentes nos enteramos de que los hijos recién nacidos de los desaparecidos políticos eran botín de los secuestradores, torturadores y asesinos seriales en el poder usurpado. Cuando Patricia Vega informó sobre los hijos residentes en México y su búsqueda de la identidad arrebatada, junto con la vida de sus padres, así como del juvenil Escrache para que los genocidas no estén tranquilos en ningún lado, le envié un comentario pidiéndole el contacto con esos chavos y ella respondió que se los haría llegar junto con mi dirección, pero nunca me escribieron. La experiencia del correo electrónico era relativamente nueva todavía para mí.

Pasaron nueve años y me sumé a Facebook, la competencia de hi5, en donde hice contacto inmediatamente con HIJOS de México y Aleida Gallangos, la protagonista de otra búsqueda, en este caso de su hermano biológico, de quien fue separada cuando eran niños (dos y cuatro años de edad, respectivamente), luego de que la policía política y el ejército federal detuvieron y desaparecieron a sus padres, que militaban en la Liga Comunista 23 de Septiembre. El más sórdido capítulo de la guerra sucia en México es anterior a las dictaduras militares del Cono Sur, pero en algo es idéntico: uno de sus efectos es el encuentro o desencuentro de muchos jóvenes con una identidad familiar hasta entonces negada, oculta en unos casos y ocultada en otros... Trazando Aleida (2007) es un documental de Christiane Burkhard acerca de la búsqueda y el hallazgo de Aleida Gallangos, es el seguimiento de un drama personal que representa el de muchas otras familias mutiladas y esparcidas por el fascismo a la mexicana.

En Facebook, Ana Valentina, de HIJOS México, me envió una invitación a la presentación del documental en la Cineteca Nacional con la presencia de la realizadora y la familia de Aleida Gallangos. Yo había "agregado" a Ana Valentina a mis "amigos" por ser la "administradora" de Pentagrama en Facebook, herramienta que también Aleida Gallangos usa para entrelazar a más gente como ella. Fui a la cineteca esperando conocer a Aleida, que no asistió porque está en Washington con su hermano, pero conocí a Ana Valentina; me presenté con ella y platicamos un rato; estaba con Modesto López y Marta de Cea, a quienes yo creía conocer desde que existe Pentagrama. Como Ana se fue a tomar unas fotos, me quedé con Marta y Modesto, y les pregunté desde cuándo la conocían. "Desde que nació", contestaron riéndose de que fuera yo tan pasguato; entonces me di una palmada en la frente. ¡Qué chiquito es el mundo! Ahora entiendo. Modesto se exilió en México durante la dictadura militar en Argentina y se quedó a vivir aquí...

Acerca del documental diré nada más que resulta muy conmovedor, aunque el calificativo es cursi y no el documental; uno sonríe y llora con Aleida Gallangos, comparte su emoción con simpatía y solidaridad. Supongo que el momento más esperado por todos, no solo por mí, es el encuentro con el hermano, hecho que nunca vemos, lo cual es comprensible dadas las circunstancias y en esa medida no decepciona, como tampoco decepciona que sea evidente y audible el doblaje desde las primeras escenas. Lo que sí decepciona -y mucho- son los créditos, pues aparecen por lo menos dos nombres de personajes impresentables que contaminan este meritorio esfuerzo. Se trata de alguien que, en tiempos de la Fiscalía Especial, colaboró con la PGR en el "hallazgo" de restos de supuestos desaparecidos políticos que resultaron ser osamentas prehispánicas, alguien que dice ser hija de un desaparecido político y la verdad es que no tiene ni la más remota idea de quien es su padre (podría ser un asesino-traficante de niños recién nacidos), alguien que descalifica a HIJOS México y al Comité Eureka (ahora trabajan juntos) por buscar gente viva en vez de cadáveres, que difama cobardemente y asume al mismo tiempo un papel de víctima y mártir, y su farsa le funciona con gente de escasa inteligencia, aunque la suya no es precisamente abundante, alguien que miente compulsivamente y, como suele ocurrir con la mayoría de los mitómanos, es amnésica. Vaya paradoja: alguien que padece de amnesia, entre otros males mentales (que no la hacen menos deshonesta), se dice historiadora. En el segundo caso, el nombre de un "periodista" que, en vez de periodismo, hacía propaganda zapatista, se autodefine como "anarquista" y ahora es asesor de AMLO, después de haber sido pupilo de Juan Luis Concheiro (uno de los personajes más tranzas y corruptos del PRD), aparece en los agradecimientos finales. Por lo demás, insisto en que el trabajo tiene mucho mérito, en un doble sentido, a saber, tanto la búsqueda emprendida por Aleida a partir del encuentro con su abuela, quien hace una búsqueda previa, como el puntual seguimiento del caso.

Comenté con la directora lo anterior, brevemente... Ella es muy accesible y tiene muy buena vibra, pero es un poquito dispersa, así que acordamos comunicarnos por escrito. Afortunadamente, así como los genocidas, secuestradores, torturadores y cómplices terminan teniendo su expediente público, aunque vivan y mueran en la impunidad, la gente miserable, que vale un carajo, pero logra que uno lea sus nombres en el lugar menos indicado y los vomite, por lo visto en esta ocasión, también acumulan un expediente personal de vileza y pequeñez. No conocí a Aleida Gallangos, pero conocí a su abuela y puedo resumir, sin temor a exagerar, que es un ser entrañable. Gracias a gente como ella y como el señor Juan Gelman ocurren milagros que son triunfos de la memoria y derrotas del olvido, éxitos de la vida presente y fracasos de la muerte pretérita. Gracias a gente como esta, los oportunistas, arribistas y acomodaticios no importan o importan lo que uno quiera que importen, o sea, muy poco o nada. Los milagros laicos de resurrecciones ateas hacen que uno se sienta menos solo en el vacío, menos isla en este mar de miseria humana.

[] Iván Rincón 2.11 AM

Mayo 9 de 2009

Rebelión en la granja

¡Qué actualidad tan trágica la de ese título! No hay puercos más marranos que los cerdos en el poder; los que viven a campo abierto o en chiqueros son animales muy nobles, inteligentes y limpios en comparación con los de Granjas Carroll (el foco de origen -que no laboratorio- de la nueva epidemia) y comparados también con la gente, la única especie animal que puede producir un virus y propagarlo con fines de lucro y afianzamiento en el poder, militarizando todo, inclusive un aparato de sanidad prácticamente desmantelado y convertido ahora en escuadrón de policía fascistoide. Nuestra miseria quedó al desnudo con este brote de influenza en México, no solo por la dramática escasez de recursos médicos (de investigación científica mejor ni hablar), sino sobre todo por tratarse de una enfermedad que afecta especialmente a los pobres, es decir, a la mayoría de la población con una salud raquítica por otra gran miseria, la de valores éticos y morales de los puercos en el poder, que ahora pretenden eliminar la filosofía de la educación media superior con la misma lógica rapaz que redujo la función social del estado a su papel rector y dejó a la nación, empezando por su administración pública, en manos privadas. La muerte de mexicanos con enfermedades curables es la rémora más vergonzosa de este país, por la extrema pauperización de las condiciones de vida y el desamparo criminal que la circunda, y además -no hay que olvidarlo- es una de las principales causas del levantamiento zapatista, que, ante el desastre del capitalismo y el capitalismo del desastre (Naomi Klein dixit), renueva su vigencia y validez, pues lo que mata a los pobres, antes que las enfermedades, es el sistema social en crisis, que no la crisis del sistema social.

Habrás notado que la palabra virus se escribe igual en plural que en singular, como crisis, quizá porque su efecto multiplicador, su naturaleza masiva, hace impensable un virus aislado, solitario. Cuando se habla de un virus en particular se trata de un tipo de virus en plural, es decir, que siempre ataca en masa, como una turba, una jauría, una manada. Quizá la palabra crisis, por su parte, se escribe igual en ambos casos por la misma razón que la palabra caos no tiene plural, o sea, porque no lo necesita, porque lo abarca todo, arrasa con todo a su paso, rompe y corrompe todo lo que toca, más o menos como la peste que infesta este planeta y nada más los ilusos y optimistas (eufemismo de idiotas sin remedio) siguen llamando humanidad.

A decir de Mario Benedetti, los pesimistas somos optimistas bien informados; a decir mío, los pesimistas somos simplemente realistas, y los optimistas viven en el limbo.

Tanta cochinada emergió de la cloaca infrahumana con la nueva cepa de influenza que ahora son personas quienes contagian a los cerdos. ¡Qué vergüenza! Ningún animal llamado irracional para distinguirlo del homo sapiens es más irracional que la barbarie "humana" o alcanza una degradación semejante a las torturas en Abu Grail o Guantánamo. Ni todos los otros animales y vegetales juntos contaminan más que la gente o son depredadores más voraces; ninguna plaga es capaz de tanta destrucción como la nuestra, la de nuestro planeta, la de nosotros mismos como especie, pues de humanidad solo nos queda el nombre, una insignificante palabra en los discursos demagógicos.

"Que el mundo fue y será una porquería", es la neta.

[] Iván Rincón 6.00 PM

Posdata anecdótica. Hace unos días me detuvo la policía en la calle arbitrariamente y lo primero que hizo el patrullero fue ofrecerme la mano en un sentido nada metafórico; además de "identificarme", pretendía hacer una "revisión de rutina". Como habrás de suponer, el pobre diablo acabó humillado. Hay que estar a la defensiva con esas bestias, porci-las-dudas, que al parecer no están enteradas de ninguna emergencia sanitaria o tienen una noción muy otra de la asepsia, por lo que son potenciales vehículos de los virus de siempre y del que ahora las personas contagian a los pobres marranos.

[] Iván Rincón 6.06 PM

Mayo 1 de 2009

Fascismo en turno

A partir del reciente decreto dictatorial de Felipe el espurio, las siglas de la Secretaría de Salud son SS, como las del Schutzstaffel (Escuadrón de defensa) del partido nazi alemán. Por lo demás, tampoco hay diferencia. Desde el 25 de abril, la SS mexicana puede allanar "todo tipo de local o casa habitación", aislar gente y ser ejemplo a seguir por países como China, inspeccionar pasajeros, vehículos y equipajes, "evitar congregaciones de personas en cualquier lugar de reunión", regular el "tránsito terrestre, marítimo y aéreo, así como disponer libremente de todos los medios de transporte de propiedad del Estado y de servicio público", usar también con entera libertad los medios masivos de comunicación, realizar grandes compras sin necesidad de licitación pública y, en casos no previstos explícitamente, hacer y deshacer cuanto se le antoje al usurpador de Los Pinos con el auxilio del aparato de seguridad del estado. Además, desde el 30 de abril, la SS dispone de "recursos financieros por mil 670 millones de pesos (dizque) para atender la contingencia sanitaria".

Todo lo anterior es congruente con el paquete de reformas a la Ley de Seguridad Nacional enviado por Felipe Calderón (Fecal) al Senado de la República el 23 de abril, dos días antes de la publicación de su decreto dictatorial en el Diario Oficial de la Federación. Se trata de cuatro iniciativas que pretenden regular la participación de las fuerzas armadas en el combate al crimen organizado, introduciendo la "declaración de existencia de una afectación a la seguridad interior" como nueva figura legal, o sea, legalizar el despliegue militar de facto, que es anticonstitucional, convertir en regla general el estado de excepción y la suspensión "temporal" de las garantías individuales.

En los hechos, la militarización de la seguridad pública, además de causar constantemente violaciones graves a los derechos humanos, ha sido ineficaz. En los hechos, hay estados de sitio, donde no existe libertad de tránsito, ocurren allanamientos ilegales, detenciones arbitrarias, incomunicación, tortura, diversos atropellos al debido proceso, incluso asesinatos, por parte de militares en funciones policíacas. Chiapas y Oaxaca son los principales laboratorios de esta tiranía que tendencialmente se extiende a todo el país.

Por si eso fuera poco, el ejército federal mexicano participa en maniobras militares dirigidas por el Pentágono, hecho anunciado como tal en Washington el 6 de abril y aprobado ignominiosamente por el Senado "mexicano" unos días más tarde, no obstante que también es violatorio de nuestra carta constitucional y pone fin a la tradición pacífica de México en el contexto internacional. ¿Alguien olvida que lo primero en hacer por Felipe el espurio tras su golpe de estado fue pagar el apoyo de las fuerzas armadas, aumentando sueldos y prestaciones, principalmente a los altos mandos? ¿Qué falta por ceder todavía para militarizarlo todo en este país? ¿Qué sigue ahora? ¿Nombrar "generalísimo" al enano supremo?

[] Iván Rincón 6.19 PM